jueves, 30 de abril de 2009

Viaje a la Bética

Hermes Mercurio en el Real Alcázar de Sevilla

Fuente de Mercurio en los jardines del Real Alcázar


Es tan impresionante y bello el edificio de los Reales Alcázares de Sevilla, tanto desde el punto de vista artístico como histórico, que no he podido sino hacer este brevísimo resumen (I, II, III y IV) y apuntar algunas ideas e impresiones surgidas durante mi visita. Sin embargo lo que en esta ocasión me llevó hasta este lugar fue mi interés en sus jardines renacentistas.

Había oído hablar de los “jardines de ensueño”, jardines simbólicos diseñados por los hermetistas de esa época dentro de una atmósfera intelectual generada por la idea de utopía. Es decir por la idea de que el Jardín del Eden es un estado del alma posible de vivenciar. Mas sólo aquel cuyo amor al Conocimiento supere todo los obstáculos que le ponga el destino, podrá al fin realizar ese estado.
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La literatura universal ha utilizado distintos modos argumentales para explicar este viaje soñado que realiza el amante de la Sabiduría en pos de esta “dama”, y ha comparado el ardor pasional que se siente por alcanzar el Conocimiento, con el de aquel enamorado para quien nada es más fuerte que su amor y su deseo de satisfacer su unión con la amada. Es de esta literatura iniciática y de amor de donde nacen los “jardines de ensueño”, tal y como leo en el libro Las Utopías Renacentistas, de Federico González, obra que me acompaña en el recorrido.
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Los Reales Alcázares, hasta entonces, habían conocido las huertas musulmanas, las albercas de regadío, los naranjos, los jazmines, las fuentes de agua, pero nunca, hasta ese momento, había tenido jardines temáticos. O sea, que sus zonas ajardinadas comenzaron a ser no sólo un remanso de paz, sino a expresar ideas y espacios significativos donde, por medio de estatuarias simbólicas y mitológicas, reflejar el viaje interior que el alma emprende hacia la unión con el Amado, con el Sí Mismo.

Y es con ocasión de la boda de Carlos V e Isabel de Portugal -cuya belleza pintó Tiziano- cuando comenzaron a transformarse los jardines del Real Alcázar, ya que este enlace dio ocasión al encuentro trascendental entre distintos personajes llegados de Italia a la rica ciudad de Sevilla que se había convertido, gracias a la navegabilidad del Guadalquivir, en el único puerto interior de la península. Pues ya desde tiempos de Alfonso X el Sabio, según él mismo hizo constar en la Primera Crónica General: “Un navío del mar llega por el río todos los días”
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Por su parte Ibn Jaldun, (siglos XIV-XV), célebre historiador musulmán descendiente de andalusíes residentes en Sevilla, también comenta que en esa época a la ciudad de Sevilla “llegan barcos de Tánger, Ceuta, Túnez, Alejandría, Génova, Portugal, Inglaterra, Burdeos, Bayona, Sicilia, Gascuña, Cataluña, Aragón et aun de Francia”.
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Hasta tal punto el río es fundamental para la ciudad de Sevilla que el nombre de ambos, ciudad y río, se confunden y eso explica que en determinados documentos y mapas antiguos al Guadalquivir se denomine río Sibilie.

Lo cierto es que todas las crónicas coinciden en que desde la época de Fernando III, Sevilla fue una ciudad de ambiente plural, culturalmente hablando, y cosmopolita, por cuyas calles podían verse gentes de todas partes y donde cristianos, árabes y judíos estaban perfectamente insertados en el entramado de la ciudad.
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Como decía, con este enlace matrimonial el gusto italiano llega al conjunto monumental cristiano-musulmán, a través de arquerías de medio punto colocadas sobre columnas de mármol de orden jónico y corintio, montadas sobre pedestales y antepechos abalaustrados también de mármol, piezas que llegan de los talleres de Génova donde han sido labradas.

“Puerto y puerta de las Indias”, en 1580 Sevilla, se ha convertido en la ciudad más universal de la Tierra, su población era numerosísima y a su puerto arriban abundantes riquezas de plata y oro del Nuevo Mundo. Todo ello redundaba en la extraordinaria vitalidad de la ciudad andaluza, comparada por los cronistas, intelectuales y humanistas que se daban cita en ella, con la Atenas clásica y con la Roma imperial. Este acontecimiento nupcial, en un momento fructífero para las letras y la cultura hispana, será el que da un ropaje renacentista al Real Alcázar.

Como hemos visto la característica principal de los jardines renacentistas no era exclusivamente la de hacerlos un lugar agradable y bello de paseo, sino que éstos se distinguían fundamentalmente porque esas realizaciones artísticas también eran simbólicas, es decir que representaban ideas contenidas en los textos platónicos y en el imaginario griego reactualizado en Italia por la Academia Platónica de Marsilio Ficino, también poeta, quien consideraba que el amor todo lo une pese a que es el furor o entusiasmo poético, y heroico, el que lo descubre.

Estos jardines simbólicos o “Jardines de Ensueño”, se diseñaban en ciertos festejos y bodas, en forma de juego de suertes, donde a veces se gana y otras se pierde (como en la vida misma). Por ello su temática reproducía ciertos pasajes ordenados, de la iniciación, donde el laberinto, los personajes mitológicos, los cantos de sirenas, los monstruos, las ménades y sátiros y toda clase de dioses y demonios, aparecen para ayudar o enredar en el viaje, que culmina tras atravesar con éxito todo el recorrido, donde en ocasiones se encontraba la novia, o las jóvenes invitadas a la celebración.Mercurio-Hermes, a la entrada de este jardín sevillano, es el guía del viaje, y por ello, en actitud sensual, nos recibe a la entrada. El juego que nos propone es la unión de los contrarios, cosa que señalan las dos serpientes de su caduceo enroscadas en torno a un solo eje, y la energía del amor y la pasión, el motor para realizarla.

En su origen las estatuas y fuentes eran un portento de ingeniería ya que las distintas escenas mitológicas estaban dotadas de un mecanismo hidráulico que las hacía “parlantes”. Y esto es así porque estas figuras emitían sonidos, por medio de la presión del agua. Del mismo modo se oían pájaros, trompetas y muchos otros instrumentos musicales que producían sonidos extraordinarios, y donde sus fuentes al accionarse conformaban bellas arquerías de agua.De la belleza y artificio de las grutas tenemos esta crónica, no sé si de algún viajero: “Tienen tan espesos saltadores de agua y canales que parece que llueve cuando los sueltan; haciendo no sólo este oficio tan apacible a los ojos, sino también regalando los oídos con música concertada, que resulta de ocultos órganos con que artificiosamente están todas estas grutas compuestas”.

Ya hablé de las figuraciones de las ménades, es decir danzarinas alegres de Dionisio, el dios del vino y el frenesí, en cuyo honor pámpanos y sarmientos decoran algunas zonas, pero nada dije del montículo de Apolo y las musas, es decir el Monte Parnaso, considerado el paraíso de los poetas, por ser en él donde residen estas nueve hijas de Zeus, bajo la protección de Apolo, el dios geómetra.

Por cierto que a esas diosas paganas han cantado los más ilustres poetas, entre ellos Homero y Hesíodo, y todo amante del arte ha deseado tener relaciones amorosas con ellas:“Dichoso aquel que las Musas quiere: dulce fluye de su boca el acento.Pues si a alguien, con duelo en el alma recién apenada, afligido, se le seca el corazón, y un aedo, de las Musas siervo, las hazañas de los hombres antiguos canta, y a los dioses que el Olimpo poseen, aquél, luego, de sus angustias se olvida, y nada de penas recuerda; pues pronto de los dioses lo divierten los dones.Salve, hijas de Zeus, el deleitoso canto donadme”

Del delirio que producen en el alma de quien encarna estas entidades simbólicas, Platón ha dicho en su Fedro que “cuando se apoderan de un alma inocente y virgen, aún, la transportan y le inspiran odas y otros poemas que sirven para la enseñanza de las generaciones nuevas, celebrando las proezas de los antiguos héroes”.

Y sentencia:

“Todo el que intente aproximarse al santuario de la poesía, sin estar agitado por este delirio que viene de las musas, o que crea que el arte (técnica) solo basta para hacerle poeta, estará muy distante de la perfección: la poesía de los expertos se verá siempre eclipsada por los cantos que respiran un éxtasis divino”.
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Se señala como antecedente literario directo para estos jardines: “Hypnerotomachia Poliphili” o sea, “el Sueño de Polifilo” de Francesco Colonna, un libro hermético, mitológico y pagano escrito de forma criptogramática donde se relata el sueño iniciático de Polifilo, quien inflamado de pasión y amor por la ninfa Polia, la Sabiduría Universal, de la que Polifilo está profundamente enamorado y entregado a su amor, decide, en sueños, emprender un viaje a través de todo tipo de pruebas que afronta con la fuerza de su amor.

Grabado de la portada del Libro citado "LAS UTOPIAS RENACENTISTAS
Esoterismo y Símbolo", de Federico González , lectura que guia este viaje

El libro está íntegro en la página del autor: http://www.geocities.com/daimon.geo/utopiaspr.htm


martes, 14 de abril de 2009

Viaje a la Bética

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Alfonso X el Sabio en los Reales Alcázares de Sevilla
Patio de Crucero, construcción del Rey Alfonso X, el Sabio

Pero tenemos que llegar al siglo XIII para que los Reales Alcázares vuelvan a recuperar su esplendor y el rey Alfonso X, el Sabio, el encargado de realizar su reconstrucción, y construir un palacio nuevo, pero en esta ocasión al gusto y al estilo gótico. De él podemos admirar, por ejemplo, el magnífico Patio de Crucero, de colosal estructura gótica. (ver foto)Alfonso X toma el Real Alcázar como residencia temporal, ya que su trono lo tiene en Toledo donde este gran monarca funda la famosa Escuela de Traductores inspirándose en el trabajo emprendido por su padre Fernando III en Sevilla, quien comienza allí a reunir textos árabes, judíos y griegos que traducen al latín. No sólo en Toledo funda Alfonso X una escuela de traductores, también lo hace en la capital de Murcia.Por la tumba de Fernando III en la Catedral de esta ciudad (donde puede leerse una inscripción escrita en latín, hebreo, árabe y castellano) puede observarse perfectamente el espíritu reunificador y de concordia que animó a este rey cristiano y a su hijo Alfonso X cuyos restos también reposan en la misma Catedral.
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En cuanto a este último, decir que se ganó el apelativo de Sabio por los grandes conocimientos que tenía sobre las diversas disciplinas y ramas del saber, dado que ese era el modo como este monarca entendía la dignidad de ser rey:“un rey para ser tal debe ser el primero de los hombres en conocimiento y sabiduría, pues sólo así deviene reflejo en la tierra de la Inteligencia Suprema”.
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De ahí que su reinado estuviera signado por su compromiso con la filosofía, las artes y las ciencias de su tiempo, haciendo de su labor puente entre culturas tradicionales de Oriente y Occidente. Y justamente eso fue lo que representó, en el mundo, la Escuela de Traductores de Toledo, gracias a la cual la riqueza de la civilización y cultura islámica, judía y cristiana así como la filosofía griega, pudieron ser conocidas y leídas tanto en latín como en las diversas lenguas romances y vernáculas habladas en toda Europa.Son muchos los que han visto en esta Escuela el reflejo del espíritu de convivencia que caracterizó, durante largos periodos del Medioevo hispánico, las tres tradiciones abrahámicas. Y ciertamente es gracias a dicha Escuela de traductores toledana, que nos han llegado libros y tratados de astronomía, alquimia, música, medicina, geometría, agricultura, y otras artes y ciencias.Asimismo fue también durante el reinado de Alfonso X, el sabio, cuando la Cábala hebrea conoció su mayor esplendor, escribiéndose el Zohar y otros libros sapienciales de la tradición judía.

Estamos de acuerdo con los que opinan que hasta tal punto fue importante la figura de este rey que sin la visión universal sobre el devenir histórico que poseía, Occidente hubiera entrado en un proceso mucho más acelerado de decadencia que el que se vivió entre los siglos XIV y XVII, analogo al que vivimos actualmente.

Es evidente, como ya han señalado distintos autores y estudiosos, que el Renacimiento no hubiera tenido la intensidad que tuvo sin estas traducciones que fueron fuente para elaborar los sistemas astronómicos y astrológicos que se llevaron a cabo durante esa época.
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Alfonso X el Sabio era también, como al-Mutamid, un rey poeta que cantaba el alma del Mundo que vio encarnada en la figura de la Virgen María, tal y como lo reflejan sus "Cantigas de Santa María", inspiradas entre los muros sevillanos del Real Alcázar.

Aunque debemos decir que para Alfonso X, y para toda su época en general, la devoción a la Virgen no estaba revestida de la beatería en que cayó con el tiempo, pues si bien popularmente ese fervor servía de ligamen con lo sagrado, desde el punto de vista esotérico la Virgen María era considerada “Reina del Mundo”, y por lo tanto la madre espiritual de todos los iniciados en el Conocimiento.
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Por eso las Cantigas que Alfonso X, el sabio, compuso a María no son las de un místico, sino que se trata de los himnos de un amante de la Sabiduría y la Belleza, siendo estos dos pilares sobre los que se asienta el legado cultural de este rey que canta, según la terminología de la época, a María, Dama y Señora y no sólo dolorosa madre de Jesús.

“Rosa de beldad y de belleza, y flor de alegría y de placer; dueña, en muy piadosa ser; Señora, en quitar cuitas y dolores. Tal Señora debe el hombre amar, porque de todo mal puede guardarlo, y puede perdonarle las faltas que hace en el mundo por apetitos malos.Debemos amarla mucho y servirla, porque pugna por guardarnos de errar y de yerros que, como pecadores, cometemos y hace que nos arrepintamos.De esta dama que tengo por señora y de la que quiero ser trovador, si no logro por nada su amor, doy al diablo los demás amores”.

Poco después, en el siglo XIV, el rey Pedro I de Castilla construye en el recinto un nuevo palacio que lleva su nombre, lindando con el palacio gótico de Alfonso X , en este caso de estilo mudéjar, un arte genuinamente hispano fruto de la composición entre elementos musulmanes y cristianos. Para recuperar esa técnica se contrata a alarifes y carpinteros cristianos y musulmanes venidos de Toledo, Córdoba y Granada, que trabajaron junto a los artesanos sevillanos, en el que se considerará más bello, suntuoso y depurado trabajo del arte mudéjar. En este palacio, perfectamente conservado, se ven cuatro columnas con capiteles visigóticos enmarcando el vestíbulo, que suponen proceden de la basílica paleocristiana que desde el siglo V se encontraba en los alrededores, en la que enseñó, como ya se dijo, San Isidoro de Sevilla autor de "Etimologías".
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Actualmente, como se ve en la foto, el palacio tiene un patio principal, llamado de las Doncellas, que es una preciosa joya de arquitectura pues, sin perder nunca una imagen medieval, mezcla en perfecta armonía motivos renacentistas con el estilo mudéjar.
III - Al-Mutamid y la Sala de las Pléyades en los Reales Alcázares
IV - Hermes-Mercurio en los Jardines Renacentistas del Real Alcázar


Artículo publicado también en Desde mi Ventana

sábado, 11 de abril de 2009

Viaje a la Bética

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La Sala de las Pléyades en los Reales Alcázares de Sevilla
Azulejos renacentistas en una de las dependencias.

Dicen que los andaluces sienten la poesía por el ritmo que hay en ella, y que es ese ritmo el que la hace nacer de sus labios; así parece que era en el entorno de al-Mutamid, según reflejan palabras como las de Ibn Gálib quien dijo lo siguiente:“Los españoles tienen la constante preocupación –ya que están bajo el régimen de al-Zuhara (Venus) de vestir hermosos trajes y comer bocados escogidos, de ser limpios, y puros, amar los placeres y el canto e inventar nuevos aires musicales; dado que sufren la influencia de ‘Utárid (Mercurio), llevan bien sus negocios, cultivan las ciencias, aman la sabiduría, la filosofía, la justicia y la equidad".

Los estudiosos han hallado que la poesía del siglo XI se encuentra plagada de fragmentos que describen las constelaciones y tratan de la influencia de los astros sobre los hombres. Se trata de escritos entonados en versos ritmados, basados en los tratados de astronomía y astrología inspirados por Ptolomeo. Las crónicas, por ejemplo, cuentan que los andaluces de esa época cultivan las más diversas ciencias, que estaban realmente aficionados a la astronomía, y que nunca se vieron tantos astrolabios, como entonces.

Y es gracias a los poemas de al Mutamid, "el rey poeta", convertidos a veces en canciones, como nos ha llegado la descripción de al-Turayyá, la “Sala de las Pléyades”, en el Real Alcázar de Sevilla, sala proyectada y construida por este rey para estudiar las constelaciones y donde mantenía reuniones con sus ministros y con otros intelectuales y viajeros que llegaban a Sevilla.
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Quien mejor que al-Mutamid para describirnos el Real Alcázar que él diseñó, nadie mejor para que nos hagamos una idea de cómo era esa “Sala de las Pléyades”. Y lo hace mediante unos versos nostálgicos y llenos de amargura, escritos lejos de su palacio, desde su cautiverio en Agmat. De la naturaleza de los estudios astronómicos de al-Mutamid podemos saber, por sus poemas, que hablaban de naw, que es el “ocaso de la estrella en el oeste con el alba, concordante con el nacimiento a la misma hora de otra estrella que se le opone”. Esto nos da una pista muy clara de la naturaleza de los estudios que allí realizaban. Parece ser que el periodo que va entre ese nacimiento y ese ocaso ejerce una influencia sobre los fenómenos atmosféricos, como es la lluvia, el viento, el frío, el calor, etc.

“El palacio de al-Mubárak llora sobre las huellas de Ibn Abbadcomo llora sobre las de las gacelas y leones.Su al-Turayyá llora y sus estrellas (sus torres) ya no están sumergidas por las lluvias vespertinas y matinales provocadas por el naw de las Pléyades.Al-Wahid llora, como al-Zahí y su qubba; el río y su corona.Todo muestra una profunda tristeza.(…)

Quisiera saber si pasaré todavía otra noche teniendo delante y detrás de mí un jardín y un estanque.Sobre una tierra que hace crecer los olivos, que transmite nobleza, en la que se arrullan las palomas y gorgojean los pájaros. En al-Záhir, que allí se encuentra, la de las altas torres regadas generosamente por la lluvía, mientras que al-Turayyá parece que nos llama y que le llamamos.Al-Záhí y su Sa’ad al-Su’ud nos miran como dos celosos: ¡el enamorado apasionado es muy celoso! "
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Según parece al-Turayya era un salón situado en el centro del palacio a modo de torreón que a su vez se hallaba rodeado de una serie de salones, uno por cada una de las estrellas de las Pléyades.
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Ibn Hamdis, otro de los asistentes a las reuniones del rey describe, en otro poema, la sala principal y su cúpula, comparando la magnificencia de la construcción a las virtudes y cualidades del rey amigo de las artes y las letras que sólo tenía por enemigos los montaraces almorávides.
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“¡Morada soberbia ésta en la que Dios decidió que todo poder se renueve continuamente sin perecer jamás!Santa casa, hasta tal punto que si Moisés, interlocutor de Dios, hubiera dado un paso en ella, se hubiera quitado las sandalias. Esta no es otra que la residencia del príncipe, ante la cual todo el que espera viene a depositar su equipaje.
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Cuando sus puertas se abren, se creería que dicen con acento acogedor a los que franquean: ¡bienvenido!Los constructores le supieron traspasar las cualidades del príncipe, y ejecutaron esta transferencia maravillosamente.En efecto, de su pecho tomaron su amplitud; del color de su tez, el resplandor; de su fama, las diversas dependencias y de su generosidad, los cimientos.
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Tomando por modelo el rango que ocupa entre los reyes, han proporcionado la altura de la sala de audiencias y, gracias a todo ello, se ha elevado por encima de la constelación de los Dos-Simak (Arturo y la Espiga de Virgo).Este palacio me ha hecho olvidar por su esplendor el Iwan de Corroes, porque pienso que pudo servirle de modelo, ya que su magnificencia no tiene parangón.Se diría que, ante el temor [de una negligencia], Salomón, hijo de David, no ha permitido a los genios el menor descanso en la construcción.Vemos al sol parecido a una paleta de donde las manos [de los pintores] sacan lo necesario para dar a sus representaciones figuradas distintas formas.Estas figuras parecen dotadas de movimiento a pesar de su inmovilidad; pues [a pesar de aparecer móviles a la vista] sin embargo ni los pies ni las manos cambian realmente de lugar. Cuando nos hemos cegado por los colores inflamados, empleamos como colirio el resplandor del rostro del príncipe".
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Algunos que asistieron a las reuniones con el rey y sus visires, repetían de memoria las palabras pronunciadas por el monarca en dicha reunión: "He bebido vino (ráh) en el que la luz destellaba, dice al-Mutami,Mientras que la noche extendía las tinieblas como manto. Hasta el momento en que la luna llena se mostró en la constelación de Orión (al-Gawza), como una reina soberbia y magnífica;estrellas chispeantes se elevaron a porfía para rodearla con su titilar y completar su propia titilación.Al hacer de su marcha hacia Occidente un paseo, colocó los Gemelos por encima de ellas a guisa de sombrilla. Se veía a las [demás] estrellas formar un cortejo, izando las Pléyades como una bandera por encima de ella".
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En un lenguaje relacionado con la alquímia del vino, también escribe el rey poeta:
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"El licor te ha llegado de noche, en un traje de día hechode su luz y de su túnica de cristal.Comparables a Júpiter (al-Mustari) envuelto por su planeta Marte (Mirrij).
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Cuando sumergido en el agua, está rodeado de una ardiente brasa.La congelación de uno y otra se ha hecho tan graciosamente, que se ha armonizado, y estos dos contrarios no han cogido a su opuesto por antipatía".Y en otro lado:"-¡Cuantas veces, cuando la noche era muy oscura, me he servido de beber rosas fundidas en agua congelada! (…)
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Abreva a golpes redoblados tu corazón, pues más de un enfermo se ha curado así, y arrójate en la vida como sobre una presa, pues su duración es efímera.Incluso si tu vida durara mil años completos, no sería exacto decir que es larga. ¿Te dejarías llevar por la tristeza hasta la muerte cuando el laúd y el vino fresco están aquí y te esperan?Que la preocupación no se adueñe de ti a viva fuerza, en tanto que la copa es como una espada centelleante en tu mano.Conduciéndonos con cordura, las contrariedades nos acosan hasta lo más profundo de nuestro ser; ser cuerdo, para mí, es no serlo".

Aunque destruida en gran parte por los almorávides, como ya se dijo, al-Turuyyá sigue presente en el Alcázar, aunque sólo algunas señales y pinturas quedan de aquella primera sala de poetas astrónomos. El espacio es hoy un gran pabellón cuadrado cubierto por una suntuosa cúpula decorada con lacerías talladas en cedro sobredorado. Sus reconstructores últimos no escatimaron en materiales y buen gusto para dar a esas pareces lo más bello de su época.


Publicado en Desde mi ventana (http://www.dmiventana.blogspot.com/) con fotos complementarias.

viernes, 10 de abril de 2009

Viaje a la Bética

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Real Alcázar de Sevilla
Patio de las doncellas

Los grandes edificios y todas las obras monumentales llevadas a cabo por los hombres suponen un legado cultural interesantísimo, a veces grabado en sus propias piedras, en su diseño arquitectónico, sus espacios interiores y en las obras de arte que los decoran. Estos edificios regios también nos acercan a los personajes que los han proyectado, construido, mantenido y habitado, y por ello son capaces de mostrarnos el verdadero espíritu que anima cada ciclo humano.

Realmente creo que ciertos edificios son como los grandes libros de crónicas, ya que en ambos está plasmado el devenir de los pueblos que los crearon y por lo tanto suponen un catalizador de energías, conocimientos, movimientos artísticos, técnicos y científicos que tienen que ver con el sentir de cada época y conforman episodios trascendentales para la memoria humana.

Entre estos importantes edificios, fermentos de una serie de acontecimientos y de circunstancias, y foco neurálgico en la historia, se encuentran las catedrales románicas y góticas, aquellas magníficas construcciones que en el Medioevo asociaciones gremiales de artesanos, filósofos y artistas levantaron en toda Europa llenando de esplendor y luminosidad aquella época a la que enfrentaron con espíritu constructivo. Lo mismo sucedió durante el Renacimiento, cuyo estilo arquitectónico y artístico tan bellamente está reflejado en muchos de ellos, como es el caso de los Reales Alcázares, o Real Alcázar, un conjunto monumental situado en el corazón de Sevilla, en un emplazamiento que es, desde época romana, un lugar de enorme vitalidad, pues su proximidad al foro portuario y al tráfico mercantil y fluvial hacían de la zona la más concurrida y un encuadre natural al estar delimitado por las fronteras que formaban las murallas de la ciudad, el río Guadalquivir y el arroyo Tagarete.

El Alcázar es un edificio con una peculiaridad que lo distingue: la de de haber estado siempre habitado y en permanente construcción, desde el siglo IX, cosa que lo convierte en un observatorio excepcional desde cuya inmovilidad espacial permite distinguir bien todos los movimientos culturales y el transcurrir del tiempo de sus moradores, reyes árabes y cristianos.



Uno de los paños de azulejos del interior del Alcázar


El conjunto ha sufrido innumerables remodelaciones, destrucciones y construcciones, todo lo cual le ha ido dejando una pátina de estilos que hacen de él una original simbiosis de tradiciones y culturas, extraordinariamente armónica, y un conjunto situado, en belleza y antigüedad, a la cabeza de los palacios reales.

También se sabe que en esa zona se alzaba en el siglo V una basílica paleocristiana, con su correspondiente baptisterio, donde enseñó y fue enterrado, San Isidoro de Sevilla, autor de "Etimologías" una obra célebre y muy importante en su tiempo por contener todo lo que este santo, de la culta época visigótica hispana, pudo recoger del saber de la Antigüedad Clásica


Sin embargo, en lo que respecta al Alcázar debemos decir que es Abd al-Rahman II quien en la Alta Edad Media mandó alzar la Dar al-Imara o Casa del Gobernador, núcleo primitivo del edificio, cuyo patio de armas se corresponde justamente con el lugar donde estuvo la antigua basílica cristiana cuyas ruinas emergen desde hace unos años en ese patio.

A la característica singular que tienen el Alcázar de haber estado desde siempre en constante construcción, también se une la de haber estado ocupado ininterrumpidamente desde sus orígenes. De ahí que la edificación sea un reflejo de los avatares y acontecimientos históricos y artísticos de relevante importancia para los pueblos que han habitado la Península Ibérica, así como para los de toda la cuenca mediterránea, aunque la relevancia de la ciudad de Sevilla y la importancia de hechos notables como el descubrimiento de América, ligados tanto a la ciudad como a las personalidades que en esa época lo ocuparon, también hacen del Alcázar un reflejo de una parte de la historia universal .

Desde el punto de vista arquitectónico el conjunto es complicado de definir dado la amalgama de contrastes que se dan en él. La alta muralla, que para nada hace presagiar la belleza encerrada en los muros, data del siglo XI, cuando Al-Mutamid, el rey poeta, decide, tras la muerte de su padre, ocupar una nueva residencia diferente a la de su progenitor y escoge para ello la antigua Casa del Gobernador, donde manda construir un palacio al que llama al-Mubárak, el Alcázar de la Bendición. Sólo por sus versos y los de sus visires sabemos que la dependencia principal de este palacio se conocía como al-Turayya, que significa “Sala de las Pléyades”, y era el salón del trono donde realizaba reuniones con sus ministros y con todos los poetas y filósofos venidos de otras tierras y que cómo ellos sentían afición por las ciencias y amor por la poesía.

II - Alfonso X el Sabio en los Reales Alcázares de Sevilla
III - Al-Mutamid y la Sala de las Pléyades en los Reales Alcázares
IV - Hermes-Mercurio en los Jardines Renacentistas del Real Alcázar

Publicado en Desde mi Ventana (dmiventana.blogspot.com)

jueves, 9 de abril de 2009

Viaje a Italia

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Leonardo en el diseño de los canales de Milán
Draga para los trabajos de Construcción de un canal, 1503

Ciertamente todos conocemos los canales de Venecia, y los que hemos tenido la dicha de pasear por ellos sabemos cómo queda uno impregnado de todo el glamour de esa ciudad europea y palaciega por la que en lugar de autos circulan embarcaciones, lanchas y góndolas que te conducen a la puerta de tu casa o a la entrada de uno de esos palacios, actualmente convertidos casi todos ellos en hoteles. La Zona Navigli, que algunos conocen como “La Venecia de Lombardía”, es parte del antiguo canal de Milan que une lagos al norte de la ciudad. Cientos de piedras fueron transportadas a lo largo del Canal para construir el Duomo.Sin embargo, no son tantos los que conocen los 152 kilómetros de canales históricos de Milán ni que en su diseño participó el maestro Leonardo da Vinci (uno de los hombres más interesantes del Renacimiento), y cuyo encanto llevó a decir al escritor francés del siglo XIX Henri Stendhal, que Milán era una ciudad más hermosa que Venecia.

En la actualidad el canal de vía San Marco, sigue siendo uno de los que aún recuerda, en el centro de la ciudad, el tiempo en que «a Milán llegaba el mar».

No es extraño que los milaneses digan que el Naviglio lo tienen, como la niebla, en la propia sangre. Milán al atardecerLeonardo llega en 1482 a Milán donde se presenta a Ludovico el Moro (llamado así por su color oscuro), que ejercía la regencia del ducado de la ciudad. Quizá para situar un poco la historia conviene decir que Ludovico María Sforza era de una familia amiga de los Médicis y él mismo tenía amistad con Lorenzo Médicis, llamado el Magnífico, con quien compartía el amor por los libros, por la recuperación de manuscritos y todo lo que representaba el saber y la cultura, y por lo tanto ambos estaban al corriente de los trabajos del artista de Vinci.

Leonardo muestra a Ludovico a su llegada a Milán un instrumento musical que él mismo había inventado y construido, y que según cuentan las crónicas de la época también "tocaba de forma encantadora acompañándose de su voz". Dicen también de Leonardo que "su porte y los encantos de su conversación sobre los temas de la música causó una excelente impresión", y que "Como músico le daba por improvisar versos y acompañarlos en un laúd de su propia invención, en forma de bucráneo y que poseía una sonoridad maravillosa".

Sin embargo, por una carta de Leonardo, cuya copia se encuentra en el famoso "Códice Atlántico" en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, puede saberse que éste como de verdad quiere mostrarse al duque Ludovico es como un maestro constructor de ingenios, puentes levadizos, máquinas de asalto, galerías de asedio, artefactos para la defensa, así como ingeniero hidráulico arquitecto, además decía: "Esculpo en mármol, bronce y terracota; en pintura puedo hacer lo que otro puede hacer, no importa quien sea".



Canal en la actualidad


Ludovico encarga a Leonardo el estudio de un sistema para navegar desde Milán al Lago de Como, un lugar destacado de la geografía simbólica, puesto que de ahí eran originarios los "Maestros Comacinos", constructores medievales considerados herederos de los antiguos Collegia Fabrorum romanos. Es así como Leonardo proyectó la ampliación de los canales de Milán y en ellos un sistema de exclusas para solucionar el problema de los desniveles de los terrenos.

Algo que se ha considerado una genial solución para superar los 23.76 metros de desnivel de los rápidos de Paderno. Río Ticino y uno de los navigli, canales navegables.En realidad el sistema de canales de Milán data de la mitad del siglo XII, cuando comenzó la realización del primer tramo navegable de 50 kilómetros, conocido como Gran Canal, y 200 años después se cavaron los canales que daban a los ríos Ticino y Adda que conectaron la ciudad con Europa central.

Esta obra de ingeniería fluvial, poco conocida del artista toscano, representó una vía comercial importantísima para la ciudad ya que a Milán llegaba de todo, y al mismo tiempo fue una obra de salubridad impecable, con la que consiguió desviar las aguas residuales de la ciudad medieval, un problema con el que se encontraron las ciudades medievales en general.

Además, la proeza de los Navigli conseguía que una importante ciudad quedara unida a los campos de los alrededores, con lo que ello representa para el traslado de frutas y verduras, y de grandes mercancías, como fueron las piedras y el mármol con los que se construyó el Duomo, es decir la mundialmente conocida catedral de la capital de la Lombardia.

El ferrocarril y los autos marcaron la decadencia de estos medios de comunicación fluvial y lo que fue en su día una extraordinaria solución y un lugar hermoso y emblemático de Milán, en la actualidad, debido al abandono de los puertos, va camino de convertirse en un problema, y en una alcantarilla abierta, que la burocracia italiana no da señales de resolver.

Por suerte, en la actualidad, el área está siendo tomada por artesanos, pintores, turistas, y los Navigli se están volviendo a abrir a las embarcaciones de ocio, y el comercio está devolviéndole el brillo a sus riberas, ya que a ambos lados se comienzan a alinear cafeterías y restaurantes.Precisamente por esa zona se encuentra la iglesia de Santa Maria delle Grazie que muestra la famosa Ultima Cena (Cenacolo en italiano), realizada por el maestro Leonardo durante la misma época que la construcción fluvial. Retrato de Leonardo en su vejezUna época que también coincidió con la amistad entre Leonarno y el matemático Luca Paccioli, quien sin duda se entendía bien con este artista que remembraba a Pitagoras en su forma de considerar que “la ciencia matemática se debe entender como la suma de aritmética, geometría astrología, música, perspectiva, arquitectura y cosmografía". Leonardo colaboró en su libro La Divina proporción.

En el prefacio a la edición Paccioli escribe: “todos los cuerpos regulares y dependientes realizados por el gran pintor, experto en perspectiva, arquitecto músico y maestro dotado de todas las virtudes (de tutte la virtù doctato), Leonardo da Vinci, mientras trabajábamos juntos en Milán por cuenta del muy excelente duque de dicha ciudad, Ludovico María Sforza Anglo, entre los años 1496 y 1499 de nuestra redención".

También fué por entonces cuando apareció por Milán Durero, con quien el maestro florentino compartió trabajos e ideas. Leonardo anotaría en uno de sus manuscritoslo: “La proporción no se halla solamente en el número y la medida, sino también en el sonido, el peso, el tiempo y los lugares: en toda realidad existente”

martes, 7 de abril de 2009

Viaje a la Bética

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Paseo por la Córdoba eterna
San Rafael, patrón de Córdoba
Escribo desde la recoleta plaza Judá Leví (nombre del filósofo y poeta español, nacido en Tudela -Navarra- hacia el año 1.070) de Córdoba, la conocida ciudad de las tres culturas (judía, cristiana y árabe), si bien yo añadiría también la romana, que está en sus orígenes.
Me encuentro pues en el barrio de la Judería, un intrincado laberinto de calles zigzagueantes, blancas y empedradas de pura filigrana, donde un simple paseo nos va mostrando los patios andaluces repletos de plantas, frescor y señorío, idénticos a los que hace poco pude visitar en Antigua (Guatemala). En esta época aún no han florecido los jazmines, pero los helechos están pletóricos y vigorosos como los de esa ciudad centroamericana donde se les llama cola de quetzal.
De pronto, observando las magníficas cancelas de hierro forjado de esos patios, me encuentro en el número 20 de la calle Judíos y ante mí la belleza de la Sinagoga, una de las tres más importantes de España, las otras dos en Toledo.

Es evidente que el pasado judío de esta ciudad no sólo está inserto en sus calles y plazas, sino que llega hasta Lucena, “la Perla de Sefarad”, una localidad cercana a la capital donde existió un importantísimo núcleo hebreo.
La Sinagoga de Córdoba es una auténtica joya mudéjar, lo que significa que está realizada por alarifes y artesanos musulmanes que vivían en tierra cristiana. Data del año 5075 del calendario judío, que se corresponde con el año 1315; se trata de un templo pequeño y bellamente ornado de ricas yeserías, al que se accede después de cruzar un precioso y calmo patio. Al penetrar en su recinto me siento atraída por la perfecta conservación de su lápida fundacional, cuyo texto, escrito en letras hebreas, dice:"Santuario en miniatura y morada de la Ley que terminó Isaac Moheh hijo del señor Efraim Waddawa el año 5075. Asimismo vuélvete, oh Dios, y apresúrate a reconstruir Jerusalén".

Sin embargo, tal vez lo que más me ha llamado la atención es observar que cada uno de los muros de esta sinagoga está sacralizado con versículos extraídos del Antiguo Testamento, sobre todo de los Salmos. Aquí anoto las referencias:Muro de Oriente, donde está el Sancta Sanctorum: Salmo 138,2; 27-4Muro del Mediodía o Sur: Salmos 13,5-6; 122; 102,13-14 y 57,2-3. Proverbios: 8,34 e Isaías 26,2Muro Occidental: Cantar de los Cantares 4,4Muro Norte: Salmo 95,6; 132,7; 99,5; 100,1b; 86,9; 95,1; 29,2; 96,9 y 66,4; 22, 28.

Una visita a la Casa Sefarad. Casa de la Memoria (http://www.casadesefarad.com/) ha completado esta mañana radiante en Córdoba. Allí conozco a Judit, quien me guía en una exposición permanente que tienen allí dividida en cinco apartados donde pueden verse desde objetos relacionados con la vida cotidiana, la artesanía del bordado en hilo de oro, objetos de culto hasta una interesante sección dedicada a la música Sefardí.También hablamos de libros y de la Cábala y finalmente hemos intercambiado información que considero muy valiosa. Entre ella que este Centro Cultural, ubicado en el corazón mismo de la Judería, cuenta con una biblioteca que muy pronto se va a poder consultar. También me dice que están preparando para la primavera una serie de conferencias, “pues el objetivo de esta entidad privada es despertar el interés por un legado oculto y recuperar la memoria de una tradición que forma parte de nuestra identidad: la tradición sefardí judeo-española”.

Por la noche, dejando la Judería, paseo por el puente romano sobre el río Guadalquivir, que une la "Puerta del Puente" (construida por Felipe II) con la "Torre de la Calahorra", sede de un centro dedicado a las tres culturas. A mitad del puente me detengo ante la estatua de San Rafael, patrón de esta ciudad. Rafael, que quiere decir "Medicina de Dios".

Antes de cerrar esta nota de viaje debo decir unas palabras respecto al salmorejo. El plato estrella de toda la gastronomía andaluza que aquí en Córdoba adquiere categoría de exquisitez y que algunos dicen de esta sopa fría que es una “bebida hechicera”. En realidad se trata de un plato hispanoamericano ya que la aparición del tomate americano cambió para siempre la receta de los cordobeses, y a la mazamorra de ajo se le sumó magistralmente el tomate para mutarse en el salmorejo por estas tierras o el gazpacho en otras zonas andaluzas.
Ambas modalidades cuentan, además, con otro ingrediente principal, el aceite de oliva, llamado oro líquido en toda la cuenca mediterránea.