viernes, 10 de abril de 2009

Viaje a la Bética

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Real Alcázar de Sevilla
Patio de las doncellas

Los grandes edificios y todas las obras monumentales llevadas a cabo por los hombres suponen un legado cultural interesantísimo, a veces grabado en sus propias piedras, en su diseño arquitectónico, sus espacios interiores y en las obras de arte que los decoran. Estos edificios regios también nos acercan a los personajes que los han proyectado, construido, mantenido y habitado, y por ello son capaces de mostrarnos el verdadero espíritu que anima cada ciclo humano.

Realmente creo que ciertos edificios son como los grandes libros de crónicas, ya que en ambos está plasmado el devenir de los pueblos que los crearon y por lo tanto suponen un catalizador de energías, conocimientos, movimientos artísticos, técnicos y científicos que tienen que ver con el sentir de cada época y conforman episodios trascendentales para la memoria humana.

Entre estos importantes edificios, fermentos de una serie de acontecimientos y de circunstancias, y foco neurálgico en la historia, se encuentran las catedrales románicas y góticas, aquellas magníficas construcciones que en el Medioevo asociaciones gremiales de artesanos, filósofos y artistas levantaron en toda Europa llenando de esplendor y luminosidad aquella época a la que enfrentaron con espíritu constructivo. Lo mismo sucedió durante el Renacimiento, cuyo estilo arquitectónico y artístico tan bellamente está reflejado en muchos de ellos, como es el caso de los Reales Alcázares, o Real Alcázar, un conjunto monumental situado en el corazón de Sevilla, en un emplazamiento que es, desde época romana, un lugar de enorme vitalidad, pues su proximidad al foro portuario y al tráfico mercantil y fluvial hacían de la zona la más concurrida y un encuadre natural al estar delimitado por las fronteras que formaban las murallas de la ciudad, el río Guadalquivir y el arroyo Tagarete.

El Alcázar es un edificio con una peculiaridad que lo distingue: la de de haber estado siempre habitado y en permanente construcción, desde el siglo IX, cosa que lo convierte en un observatorio excepcional desde cuya inmovilidad espacial permite distinguir bien todos los movimientos culturales y el transcurrir del tiempo de sus moradores, reyes árabes y cristianos.



Uno de los paños de azulejos del interior del Alcázar


El conjunto ha sufrido innumerables remodelaciones, destrucciones y construcciones, todo lo cual le ha ido dejando una pátina de estilos que hacen de él una original simbiosis de tradiciones y culturas, extraordinariamente armónica, y un conjunto situado, en belleza y antigüedad, a la cabeza de los palacios reales.

También se sabe que en esa zona se alzaba en el siglo V una basílica paleocristiana, con su correspondiente baptisterio, donde enseñó y fue enterrado, San Isidoro de Sevilla, autor de "Etimologías" una obra célebre y muy importante en su tiempo por contener todo lo que este santo, de la culta época visigótica hispana, pudo recoger del saber de la Antigüedad Clásica


Sin embargo, en lo que respecta al Alcázar debemos decir que es Abd al-Rahman II quien en la Alta Edad Media mandó alzar la Dar al-Imara o Casa del Gobernador, núcleo primitivo del edificio, cuyo patio de armas se corresponde justamente con el lugar donde estuvo la antigua basílica cristiana cuyas ruinas emergen desde hace unos años en ese patio.

A la característica singular que tienen el Alcázar de haber estado desde siempre en constante construcción, también se une la de haber estado ocupado ininterrumpidamente desde sus orígenes. De ahí que la edificación sea un reflejo de los avatares y acontecimientos históricos y artísticos de relevante importancia para los pueblos que han habitado la Península Ibérica, así como para los de toda la cuenca mediterránea, aunque la relevancia de la ciudad de Sevilla y la importancia de hechos notables como el descubrimiento de América, ligados tanto a la ciudad como a las personalidades que en esa época lo ocuparon, también hacen del Alcázar un reflejo de una parte de la historia universal .

Desde el punto de vista arquitectónico el conjunto es complicado de definir dado la amalgama de contrastes que se dan en él. La alta muralla, que para nada hace presagiar la belleza encerrada en los muros, data del siglo XI, cuando Al-Mutamid, el rey poeta, decide, tras la muerte de su padre, ocupar una nueva residencia diferente a la de su progenitor y escoge para ello la antigua Casa del Gobernador, donde manda construir un palacio al que llama al-Mubárak, el Alcázar de la Bendición. Sólo por sus versos y los de sus visires sabemos que la dependencia principal de este palacio se conocía como al-Turayya, que significa “Sala de las Pléyades”, y era el salón del trono donde realizaba reuniones con sus ministros y con todos los poetas y filósofos venidos de otras tierras y que cómo ellos sentían afición por las ciencias y amor por la poesía.

II - Alfonso X el Sabio en los Reales Alcázares de Sevilla
III - Al-Mutamid y la Sala de las Pléyades en los Reales Alcázares
IV - Hermes-Mercurio en los Jardines Renacentistas del Real Alcázar

Publicado en Desde mi Ventana (dmiventana.blogspot.com)

1 comentario:

Gestores culturales dijo...

Gracias amiga, conozco bien esas paredes, he estado trabajando entre ellas, y son maravillosas.Llenas de leyendas,historia, y arte
Besos
Marta
Gestores culturales